MARCO TULIO
Era un hermoso amanecer, en el que se palpaba de
forma frágil el rocío en los pétalos de las delicadas rosas, tulipanes,
azucenas y el olor fresco en los pinos cuando el viento soplaba.
Con sus brazos abiertos dando giros y con una gran sonrisa
pintada en su rostro, Marco Tulio grita lo feliz que se siente de estar en ese
lugar. Está absorto que no logra
percatarse del peligro que representa estar tan cerca del arroyo, aunque es
poco profundo la corriente de sus aguas son muy rápidas.
Al tropezar con la raíz de un pino y sin poder
sostenerse cae al arroyo. La corriente logra alejarlo muy rápido; el niño
desesperado y muy asustado comienza a pedir auxilio. A escasos metros, su
abuelo, logra escuchar los gritos y corre en su ayuda. Al no encontrarlo se
desespera y comienza a llamarlo:
– Marquito, Marquito ¿Dónde estás Marquito? –
Marco Tulio vuelve a gritar, y el abuelo se percata de que la voz viene del
arroyo. Al acercarse ve como la corriente lo aleja cada vez más.
– Abuelo, abuelo ayúdeme. – El abuelo
desesperado corre hacia él en esfuerzo inútil de alcanzarlo, pues la
corriente es muy fuerte. En un intento lúcido se quita el cinturón le lanza un
extremo y Marco Tulio lo agarra pero sus manitas mojadas le impiden mantenerse
sujeto.
Unos leñadores ven el peligro en el que se
encuentra el niño, toman sus hachas y cortan un pino que cae al arroyo formando
un puente en la parte más estrecha del río. Marco Tulio ya muy agotado por el
esfuerzo que ha hecho en mantenerse a flote cede a la corriente. Uno de los
hombres se lanza sin pensarlo hasta llegar al niño.
El abuelo y el otro leñador suben al árbol,
mientras el cargador estira su brazo con la esperanza de ser alcanzados por
ellos. El abuelo logra tomar a Marquito por el brazo y ayudado por el otro
leñador consiguen sacarlos sanos y salvos.
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