miércoles, 9 de noviembre de 2016

MARCO TULIO
Era un hermoso amanecer, en el que se palpaba de forma frágil el rocío en los pétalos de las delicadas rosas, tulipanes, azucenas y el olor fresco en los pinos cuando el viento soplaba.
Con sus brazos abiertos dando giros y con una gran sonrisa pintada en su rostro, Marco Tulio grita lo feliz que se siente de estar en ese lugar. Está  absorto que no logra percatarse del peligro que representa estar tan cerca del arroyo, aunque es poco profundo la corriente de sus aguas son muy rápidas.

Al tropezar con la raíz de un pino y sin poder sostenerse cae al arroyo. La corriente logra alejarlo muy rápido; el niño desesperado y muy asustado comienza a pedir auxilio. A escasos metros, su abuelo, logra escuchar los gritos y corre en su ayuda. Al no encontrarlo se desespera y comienza a llamarlo:           
   Marquito, Marquito ¿Dónde estás Marquito? – Marco Tulio vuelve a gritar, y el abuelo se percata de que la voz viene del arroyo. Al acercarse ve como la corriente lo aleja cada vez más.
– Abuelo, abuelo ayúdeme. – El abuelo desesperado corre hacia él en esfuerzo inútil de alcanzarlo, pues la corriente es muy fuerte. En un intento lúcido se quita el cinturón le lanza un extremo y Marco Tulio lo agarra pero sus manitas mojadas le impiden mantenerse sujeto.
Unos leñadores ven el peligro en el que se encuentra el niño, toman sus hachas y cortan un pino que cae al arroyo formando un puente en la parte más estrecha del río. Marco Tulio ya muy agotado por el esfuerzo que ha hecho en mantenerse a flote cede a la corriente. Uno de los hombres se lanza sin pensarlo hasta llegar al niño.

El abuelo y el otro leñador suben al árbol, mientras el cargador estira su brazo con la esperanza de ser alcanzados por ellos. El abuelo logra tomar a Marquito por el brazo y ayudado por el otro leñador consiguen sacarlos sanos y salvos.

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